sábado, 10 de mayo de 2014

En el medio

Hoy he llorado. Es algo que me ha acompañado de una forma excesiva en los últimos meses, pero hoy ha sido diferente. Hoy lo he hecho de felicidad.

No me preguntes el motivo, ni siquiera yo lo sé. No había ningún pensamiento especial en mi cabeza, solo me he detenido un minuto, me he analizado y me he sentido bien. Esa quizá haya sido la razón. Darme cuenta de que por fin empiezo a entender muchas cosas, de que por fin estoy aprendiendo y me gusta, de que por fin empiezo a sentirme llena después de un largo año...

Aún queda mucho camino, pero me gusta este nuevo sendero que he encontrado, estaba cansada del asfalto, de la velocidad, de no detenerme en las cosas y correr sin dirección. Asfixiada, agotada por no pararme apenas a respirar.

Esto no es el principio ni el final, llamémoslo "punto medio". Un punto en el que me he dado cuenta de la importancia de equivocarse. Si tan solo lo hubiese descubierto antes, qué feliz sería ahora y cuanta amargura me habría ahorrado. Estoy deseando equivocarme una y otra vez para aprender y vivir. Sobretodo vivir.

martes, 1 de abril de 2014

Es el anuncio y no el alcohol el que me hace sentirme tonta

Llevo cerca de un mes viendo este cartel en varias marquesinas de autobús, quizá el anuncio lleve más tiempo en la calle, pero antes no me había fijado y desde que lo vi por primera vez no puedo dejar de caer en él.



A menudo me pregunto qué piensan muchos publicistas cuando desarrollan un anuncio. Cuando miro este cartel pienso que ellos ya te están considerando tonto, bebas o no. Es como si quisieran decir "un poco más tonto de lo que ya eres". ¿Por qué nos tratan como estúpidos cuando nos intentan vender algo, o mejor aún, por qué nosotros dejamos que nos traten así y caemos en su juego?

Todos los anuncios mienten. Nos dicen que compremos X detergente porque es el mejor del mercado, nos enseñan lo blancas que dejan las camisas y cuando lo pruebas en casa y la camisa sigue teniendo ese color amarillento te sorprendes... Eso es lo que yo acostumbro a ver en la tele, mentiras, mentiras que la mayoría de la gente se cree y que te modelan hacia una determinada dirección. 

Quisiera ser más libre y no puedo. Cada día lucho para eso y a cada momento me siento más lejos. Pero no quiero dejar de pensar y de ser yo. No quiero ser otra persona, pero empiezo a ver que quizá tenga que cambiar si quiero ser feliz. 

Quizá deba empezar a mentirme, quizá deba empezar a creer lo que me dicen lo demás.

martes, 25 de marzo de 2014

Si algo tiene solución, ¡soluciónalo!

Un mes sin escribir. No tengo una gran excusa para explicar mi ausencia, hice un curso de edición de vídeo y supongo que me involucré más en ello, apartando esto por un tiempo.

Ayer me compré los mismos cascos que me había comprando hace dos semanas. ¿Por qué? Porque el viernes pasado yo iba escuchando música tranquilamente mirando a través de la ventanilla de un autobús cuando alguien decidió llamarme. Al ir a contestar desenchufé los cascos del móvil dejando que descansaran sobre el asiento contiguo, y con las prisas (y mi mala cabeza) bajé del autobús abandonando mis cascos...

¿Por qué hay veces que cosas tan simples o sin importancia nos amargan el día? Es como una constante necesidad de queja. Buscar algo que no nos guste o que haya salido mal y descargar toda nuestra ira y frustración hacia eso, imaginando siempre que nuestra situación es peor que cualquier otra. Recuerdo que un buen amigo me dijo una vez "si algo tiene solución, ¡soluciónalo!, y si no tiene solución ¿por qué vas a castigarte pensando una y otra vez en ello?". Constantemente viene a mi cabeza esa frase, pero me cuesta tanto no darle vueltas a las cosas. Necesito seguir buscando una solución aún cuando sé casi con total seguridad que no la hay. Necesito repasar qué hice, qué no hice, qué hice mal... e imaginarme cómo hubiese acabado si la situación se hubiese desarrollado de otra manera. Pero bueno, últimamente estoy intentando ser más racional, así que cuando vi que había perdido mis nuevos cascos maldije cincuenta veces a quien me había llamado (siempre es más sencillo echarle la culpa a otro que a nosotros mismo, ¿no lo sabías? Es algo que la mayoría de la gente hace) y volví tranquilamente a mi casa pensando que lo único que podía hacer era comprarme otros.

Estoy intentando también quedarme con esas pequeñas cosas que te dan felicidad y te hacen sentir especial, evitando pensamientos negativos que no aportan nada y que sólo sirven para ahogar tu sonrisa. En esta línea, cada vez que pienso en cuando me vaya a vivir fuera se me viene a la mente todo lo que echaré de menos. Aparte de la familia y los amigos, algo obvio, una de las cosas que más me duele dejar aquí son los paseos acompañados de conversación por las calles de Madrid. Esos momentos son mágicos y creo que en ellos siempre ocurre algo especial (por insignificante que sea) que merece la pena guardar en la memoria por si necesito recurrir a él en un mal día. Esos momentos son purificadores, son nuestros, son míos, y no quiero que desaparezcan.

Lo mejor de todo es que hace un año casi no conocía nada de mi ciudad, pero poco a poco he sabido admirarla (o han sabido mostrármela), tanto por su belleza como por la parte de mí que he ido escondiendo en ella. No soy partidaria de quedarme en el pasado, de hecho por lo general soy más de viajar al futuro (aunque intento permanecer en el presente), pero recuerdo con simpatía el verano pasado y eso es lo que quiero, un nuevo verano igual de feliz, sin complicaciones, sin preocupaciones, tranquilo.

domingo, 23 de febrero de 2014

Saber decir adiós

Tuerce la esquina y ahí está él, tal y como le recordaba. Bueno, no igual, incluso parece más alto, más guapo, más feliz. Sí, eso es justo lo que duele, verle feliz. La última vez que le vio fue la primera de las peores noches que ha pasado hasta el momento. El hecho de pensar en eso le ahoga, no está preparada, han pasado meses pero aún es pronto.

Duda, él no la ha visto aún, podría dar media vuelta y evitar volver a escuchar su voz o mirarle a los ojos, esos ojos que tantas cosas le contaron en el pasado, esos ojos que una vez fueron sólo suyos y que ahora puede que sean de otra, o de varias... No, no quiere pensarlo. Por un momento se detiene y retrocede mientras una diminuta gota resbala por su mejilla, esas que tantas veces él besó.

¿Qué está haciendo? No, no va a cometer un acto tan cobarde. Ni siquiera él impedirá que avance en la dirección que ha elegido, en algún momento tenían que reencontrarse. Respira hondo, traga saliva y va directa a su encuentro. Se siente diminuta y torpe, pero sigue adelante. Sus miradas ya se han encontrado, él la ha reconocido, no hay marcha atrás, ha llegado el momento y siente que el corazón le va a estallar y que las rodillas le flojean.

Los dos besos en forma de saludo queman, es incómodo, desagradable y doloroso. De pronto miles de imágenes aparecen en su cabeza: están tumbados en el parque, hablando, riendo, corriendo bajo la lluvia, en el cine, en la cama, lanzándose bolas de nieve, bañándose en la playa, viajando en metro, dándose la mano, abrazándose, besándose, comiendo, peleando y reconciliándose. Son las mismas imágenes que llevan repitiéndose en su cabeza una y otra vez desde que todo ocurrió, una y otra vez...

Llega el momento de desvelar qué hicieron ambos en este tiempo. Intercambian sus experiencias evitando ciertos detalles. ¿Qué pasa? Su corazón ya no está acelerado. Él parece distinto, ahora tiene nuevas aficiones, una actitud algo prepotente, incluso egoísta, hace bromas que ya no la hacen reír...¿Dónde está el chico que ella conocía? ¿Dónde están todos los intereses que compartían?

Ahora solo queda despedirte y que ella siga su camino. Sí, exactamente eso es lo que ya puede hacer, seguir adelante. De pronto las imágenes que antes invadían su mente se vuelven difuminadas, poco queda ya de eso, las cosas cambian, las personas cambian. Queda aceptarlo y acercarse a lo nuevo con una sonrisa.

viernes, 7 de febrero de 2014

Ese instante en el que el mundo se detiene por ti

Leyendo mis anteriores entradas, y tras varios comentarios, he llegado a la conclusión de que quizá soy demasiado pesimista en mis reflexiones y parece que siempre tengo que hablar de cosas malas o de aquello que no me sale bien. Quizá vaya siendo hora de dejar ver la otra cara de la luna y qué mejor manera de empezar que con un tema bastante conocido por todos como es el amor. ¿Qué decir del amor?

Según la RAE, la definición de amor es "Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear."

¿En serio? Perdonad que lo dude, pero en mi opinión la definición de amor posiblemente sea la más abstracta y subjetiva que pueda existir. Estoy segura de que podría obtener una definición única por cada persona a la que preguntase. Incluso yo podría daros una explicación de lo que entiendo por amor hoy y mañana otra diferente, ya que cada día nos acompañan miles de factores que alteran nuestra percepción acerca de las cosas. Aún así, voy a intentar describir lo que sentí estando enamorada con el fin de ver si se aproxima a lo que alguno hayáis podido sentir en alguna ocasión. Considerarlo como un 1% de lo que en realidad se siente.

Podría empezar diciendo que el amor es sentir la felicidad en cada parte de tu cuerpo, sentirse completamente llena, a salvo, única. Es conectar de tal forma que llegues a pensar igual que tu pareja, hasta el punto de que uno empiece una frase y otro la acabe. Es mirarle a los ojos y saber que no querrías estar en otro lugar de la línea espacio-tiempo. Que te de la mano, charlar, tirarse en el césped en silencio y que sólo eso te baste, y pienses que podrías hacer lo mismo cada día el resto de tu vida sin aburrirte lo más mínimo. Es necesitar más y más, más besos, más caricias, más palabras... Y no cansarte de recibirlo, no sentirte saciado, como si nunca fuese suficiente el tiempo que pasas con esa persona. Querer contar cada detalle de lo que te ha pasado, querer compartirlo todo, como si fueseis uno. Quedarte sin aliento, que se te cierre el estómago cuando discutís. Conocer cada detalle el uno del otro y te encante, hasta el punto de considerar los defectos como cualidades que le hacen único y especial. Llorar de emoción y alegría. Que cuando creas no poder quererlo más, haga algo y te siga enamorando cada día más que el anterior. Saber que todo va a ir bien al pensar en él cada minuto, cada segundo del día. Y sobretodo, es saber que la otra persona siente exactamente lo mismo que tú y que siempre estará a tu lado para guiarte, para que no te pierdas.

A menudo me fijo en las parejas que pasean por la calle y me pregunto si sienten amor o es sólo cariño. Me entristece pensar que hay parejas que siguen por rutina, me entristece imaginarme algún día así. Quiero que me besen y ver fuegos artificiales a cada instante.

No creo en el amor para siempre, pero sí creo en el amor de verdad. Sé lo que es el amor y no estoy dispuesta a conformarme con menos.





martes, 4 de febrero de 2014

Tú eres el límite

Algunas veces (y muchas otras) tengo ganas de...

-vaguear
-hacer paracaidismo
-conducir sola con la música bien alta
-cantar en la ducha
-tener un perrito grande y llamarlo "bolita"
-encontrarme con alguien que hacía mucho tiempo que no veía y que me cuente qué es de su vida
-caminar por un montón de hojas secas y después revolcarme sobre ellas
-que llegue el buen tiempo
-charlar hasta perder la noción del tiempo porque la conversación te atrapa
-perderme con un amigo por Madrid
-tropezarme por la calle, que la gente me mire, y manifestar mi sentido del ridículo con una sonrisa
-correr para coger el autobús o el metro y que el conductor espere
-invitar a un amigo a tomar algo
-hacer un regalo y ver la cara de quien lo recibe
-escribir
-dar o recibir un abrazo bajo el frío
-tumbarme en el césped, en silencio, y no pensar en nada por unos segundos
-hacer reír
-que me hagan reír
-que alguien me espere y ver su cara al aparecer
-morderme las uñas
-llegar a casa después de una mañana larga y tener algo bien rico para comer
-bañarme en la playa mientras llueve
-comerme una tarta sin usar las manos
-pasar un día entero metida en la cama
-hacer algo y sentirme bien por ello
-pasear conmigo misma
-viajar sin planear lo que haré cuando llegue
-patinar
-saber tocar la guitarra
-hacer el tonto
-cosas inesperadas
-perderme para que alguien me encuentre
-sentirme importante
-conducir una moto
-saber lo que quiero
-saber tomar la decisión correcta
-identificarme con el personaje de un libro
-contar un chiste malo
-pedir un deseo a una estrella fugaz y luego decirlo en voz alta

Pero sobretodo, tengo ganas de que algo o alguien me sorprenda.



miércoles, 22 de enero de 2014

Algo nuevo por algo roto

Os dejo aquí una pequeña historia que he escrito esta mañana. No estaba muy segura de compartirla, pero dado que ha obtenido algunas buenas críticas me animo a hacerlo. Espero que os guste y disfrutéis tanto yo escribiéndola.

Recuerdo perfectamente cada detalle de ese día. No dejaba de llover y yo corría, pero no por la lluvia. Corría porque huía de algo, huía de un dolor desgarrador y punzante, de esos que te ahogan la respiración y envenenan tu cabeza. Mis lágrimas se mezclaban con el agua de la lluvia mientas cruzaba el parque, al principio evitando los charcos, después pisando cada uno de ellos dejándome llevar por la tristeza y el abatimiento.

Entré en casa encontrándome de lleno con mi madre que comenzó a gritarme furiosa por lo embarrada que llegaba. Evidentemente yo no estaba para sermones, así que en un descuido me escurrí  para acabar encerrándome en el baño. Mi madre, tan buena como era y como sigue siendo, me siguió y me pidió amablemente y con toda la dulzura del mundo que abriese la puerta.

-María, por favor. No es el fin del mundo.

-Sí mamá, tú no lo entiendes, pero no habrá otro igual. Era especial, y ahora… ahora está todo roto, no tiene arreglo.

-Ya lo sé, cariño. Lo creas o no a todos nos ha pasado cuando éramos más pequeños, pero la vida sigue y claro que habrá otro más especial, al que querrás más y con el que te divertirás el doble.

-¿Me lo prometes?

No sé cómo, pero las madres tienen la capacidad de hacerte creer cualquier cosa y proporcionarte una enorme paz interior. Sólo necesitaba que de su boca salieran las palabras adecuadas para que mi mundo dejase de ser tan gris y se volviese del color azul intenso que tenía casi todos los días.

-Te lo prometo. Todo va a ir bien.

Salí del baño, secándome las últimas lágrimas y con los ojos aún rojos de la llorera. Abracé a mi madre y pude sentir todo su amor arropándome.

-Esta tarde iremos a la tienda y podrás elegir el juguete que quieras. – me dijo.

- ¡¿El que yo quiera?! – el peor de mi vida hasta entonces de pronto se tornó como el mejor de todos.

Esa mañana mi revoltoso compañero de clase, Luis, había destrozado mi precioso conejo de peluche, y no había podido evitar cogerme un enorme berrinche de camino a casa. Sin embargo, el abrazo de mi madre, la promesa de que todo iría bien, el futuro nuevo juguete y los macarrones con tomate y carne picada que tenía para comer, me hicieron olvidar la tristeza que tanta desolación me había causado unas horas antes.

Es bonito hacerse mayor, pero la inocencia de aquella niña ya no está.

Se me olvidaba comentar que le he dado algo de forma al blog y he añadido en la página principal dos apartados: "sobre mí" y "sobre ti". Lo que más me interesa que leas es "sobre ti" ya que es un regalo que os he querido hacer a todos como lectores.